Sinopsis:
10.000 años a.C., en el corazón de lo que mucho más tarde se convertiría
en el Périgord, la apacible tribu de los Grandes Acantilados,
establecida sobre el río Negro, no se esperaba tamaña sorpresa: la
aparición de una flecha enemiga y de una adolescente desconocida en su
territorio. Hacen prisionera a la joven, a la que llaman Aweida. Su
presencia no tarda en sembrar la discordia: entregada al viejo cazador
Marah, que ya tiene dos esposas, es también deseada por otro aguerrido y
ambicioso cazador, Hanko, y eso provoca un agrio conflicto entre estos
dos personajes clave de la tribu. Además de la pasión tardía que Aweida
suscita en él, Marah tiene una obsesión: la caza del mamut. El cazador
considera que este animal es una criatura sagrada, protegida por las
Fuerzas, a la que hay que perseguir con precaución. Y solo queda uno en
sus tierras. La lucha entre el mamut y el anciano presenta todas las
características de una gesta: son dos seres condenados a desaparecer y
símbolo de una época que se acaba.
(resumen de la contraportada)
Mi valoración personal:
Nuestros antepasados |
La Tribu de Los Acantilados es una historia que nos traslada unos 10.000 años atrás, donde los hombres, los animales salvajes y la naturaleza también salvaje y abrupta
formaban parte de un todo único en el que la supervivencia era la principal
actividad a desarrollar. Sin embargo, Michel Peyramure nos pone en bandeja unos razonamientos por parte de los personajes (sobre todo del
narrador, el viejo Marah) que distan poco de las inquietudes que pueden afectar a
cualquiera de nosotros: miedos por el futuro, los problemas del día a día, el temor por la evolución hacia la modernidad, el odio y el desprecio ante la envidia, el orgullo por las acciones nobles, la incertidumbre
ante el enamoramiento, la vergüenza, las alegrías y las satisfacciones... todo al parecer muy de hoy y al mismo tiempo muy de ayer.
- ¿Y cuentas con Aweida para que te dé los hijos que deseas?
- Esa es mi intención.
- Tendrías que poseerla por la fuerza, Hanko, porque ella te detesta. Además, el Consejo se negará a devolvértela.
- ¡Y a mí qué me importa el Consejo! Si es necesario, raptaré a esa hembra como hicimos juntos una vez, ¿te acuerdas?
- Me acuerdo, y sabes que no estaba de acuerdo. No habrá una segunda vez.
- ¿De verdad? ¿Y quién va a impedírmelo?
- Yo, Marah.
(Enfrentamiento verbal entre Marah y Hanko)
Mamut lanudo |
La novela de Peyramaure se lee rápida, su estilo es directo y no se anda por las ramas. Es fácil seguir la pista de los dos cazadores, el viejo y espiritual Marah y el joven y ambicioso Hanko, dos mundos contrapuestos y dispares sacudidos por el
deseo que despierta la muchacha nómada, símbolo a su vez del advenimiento de una nueva
cultura, así como las pocas pero estremecedoras apariciones del mamut, con estupendas descripciones.
Me acerqué con prudencia a él unos veinte pasos, hasta aspirar su olor ocre y fuerte. Tal vez había detectado mi presencia pese al cuidado que yo había llevado en mantenerme contra el viento. El mamut tiene mala vista, pero su olfato y su oído son finísimos. Dio muestras de cierto nerviosismo, agitó las orejas y apretó el paso. Lo seguí un rato fascinado, presa, no de la embriaguez, sino de una atracción singular que nunca había sentido hasta entonces [...] Me detuve y lo miré sin pensar: algo me decía que volveríamos a encontrarnos. (Marah frente al mamut)
La Tribu de los Acantilados es, en definitiva, un viaje fascinante hasta la prehistoria, en los asentamientos de cazadores primitivos que poblaron las
grutas de los grandes Acantilados, y también una crónica en clave de ficción de
un cambio trascendental en la evolución del ser humano hacia la modernidad. Es una historia de tiempos sin historia, un relato cautivador de aventura, honor y lucha por la vida. Y al tiempo una parábola de la pervivencia de los grandes valores que configuran la condición humana a lo largo de su existencia.
En resumidas cuentas:
Puntuación: 7/10 (Notable)
Bibliofiliómetro:
1 bibliofilia:
Este libro me recuerda a la peli 10 000 AC, la cual no he visto.
No me llama mucho, a pesar de que me gusten los mamuts jaja.
¡Un abrazo enorme!