Porque todos tenemos lecturas holgazanas difíciles de digerir
Caray, parece que fue ayer cuando escribí mi último artículo. Versaba sobre el 70º aniversario de El Principito. Años luz de aquello (abril, para más inri). Confieso que he tenido aparcado en una esquina, casi marginado, esta sección, pero las ideas rascan, la inspiración vagabundea alrededor mía y nada, no hay manera de cogerla al vuelo. Pero et voilà: heme aquí. O al menos, en apariencia a la rutina de redactar informes sobre temas de pasión bibliófila.
Retomo la sección con lo siguiente: un top 5 de libros difíciles de terminar, culminar, acabar, finiquitar..., llamémoslo como más nos plazca pero la esencia radica en que hay novelas que son incomibles (¿se dice así?). Vamos, que se nos atragantan a medio camino entre lectura difícil e imposible. En cada asalto lo damos por perdido porque no nos engañemos: hay libros que por desgracia no podemos con ellos, clásicos y contemporáneos por igual. De los primeros, pertenecientes a la literatura universal, hay unos cuantos, que siento decirlo, son un tostón y resultan pesados, aburridos (con todo el respeto hacia el arte de la palabra que es la literatura y los escritores de antaño, que ellos sí que eran escritores de los buenos, pero a veces escribían obras que nos dejaban K.O). Por mucho que los eruditos y académicos o hasta la gente del cánon nos digan que se tratan de obras maestras, ya sea por la densidad de sus contenidos o por su condición, irremediablemente las relegamos al final de nuestra estantería, la de libros imposibles o inacabados (y que un día fueron pendientes), y nos olvidamos que están ahí, cogiendo polvo los pobres, nuevísimos ya que han pasado por pocas manos, y vete a saber si alguien se apiadará de ellos.
Sin más preámbulos, mis 5 lecturas complejas de terminar (y empezar) son: