Sinopsis:
Nacido mudo a finales de los cincuenta en un remoto pueblo del interior de Estados Unidos, Edgar Sawtelle pertenece a una familia de criadores de perros. Desde muy pequeño, se comunica con los animales por signos y tiene con ellos una especial afinidad, especialmente con Almondine, su mejor amiga de cuatro patas. La repentina y extraña muerte de su padre provocará en el ya adolescente Edgar una gran ruptura: se hará responsable del criadero de perros junto a su madre y poco a poco se irá encerrando en sí mismo. Su casi único contacto con el mundo exterior será a través de una joven camada de cachorros que debe adiestrar y de su fiel Almondine. El día a día de la granja Sawtelle parece volver a la normalidad hasta que el regreso del tío de Edgar, quien cortejará a su recién enviudada cuñada y querrá ocupar el vacío de su padre, creará en Edgar un profundo desosiego y una inquietante sospecha, que le llevará a una huida desesperada en buscar de la verdad y de su propia identidad.
Mi opinión personal:
Un niño silencioso en la alegría y silencioso en la aflicción.
Portada en inglés |
Yo, confieso, no. Me uní a los americanos (que no sé si leen mucho, poco o lo suficiente) y me animé a leerla, en parte, por sus perrunos protagonistas. Una novela clave para todo amante de los mejores amigos del hombre: los perros. Visto así es de cajón que La Historia de Edgar Sawtelle esté catalogada como dog fiction o narración perruna, a tenor de cómo los estadounidenses la han etiquetado. Es decir, estamos ante una obra en la que el protagonista es un cuatro patas y cuyas travesuras giran en torno a él. Aunque este libro es mucho más que una novela protagonizada por perros, la voz de estos canes tiene su propia personalidad. La novela de David Wroblewski (nunca diré bien del todo su nombre) es además la historia de una relación, la de un niño muy especial con su cánido amigo también especial, y la de toda una camada de perritos igual de especiales, perfectos secundarios de lujo en la trama. Los perros sawtelle son algo más que perros: son compañía, comprensión y vida. Además, Wroblewski ofrece un tratado sobre la cría y la domesticación de canes profundamente bien documentado y narrado con gran pulso emocional.
¿Qué se podía hacer con un niño como ese, excepto preocuparse? Gar y Trudy se preocupan pensando que nunca tendría voz. Los médicos se preocupaban porque no tosía. Y Almondine simplemente se preocupaba cada vez que lo perdía de vista, aunque nunca era por mucho tiempo. Muy pronto comprendieron que nadie entendía un caso como el de Edgar. Niños como él sólo aparecían en los libros de medicina...
Wroblewski presenta una obra tan tierna como hermosa, con una trama in crescendo que ahonda en lo más profundo de la psicología de los personajes hasta el punto de radiografiar sus almas, tanto la del niño como la de los adultos que le rodean, e inclusive la de los perros. Leer La Historia de Edgar Sawtelle es darse cuenta ipso facto que el autor posee un gran conocimiento del mundo canino, en concreto el del entrenamiento y adiestramiento de estos cariñosos animales. Tantos perros merodeando por las páginas del libro, junto con los paisajes abiertos y rurales y el fuerte potencial descriptivo hacen comparable a Wroblewski con Jack London, creador de Colmillo Blanco, igualmente en torno a un cuatro patas: el lobo. Hay mucho de Jack en David. El autor se acerca a estos fieles, gentiles y nobles animales con una delicadeza y sensibilidad tan genuina a la par que certera. Ignoro si tales conocimientos son propios de una experiencia personal vivida o fruto de un bagaje de lecturas en pro de una investigación exhaustiva sobre el tema, pero los pasajes narrados en los que los perros literalmente roban el protagonismo a su joven y mudo compañero humano son preciosos y muy llenos de vida.
David Wroblewski |
La llovizna era aún más tenue y su padre apenas resultaba visible. Las manos se le desilacharon con una ráfaga de viento y después desapareció por completo. Edgar pensó que se había desvanecido para siempre; pero cuando el viento amainó, reapareció, esta vez arrodillado frente a él, con las manos tan tenues que el chico apenas podía distinguir sus movimientos. Se tocó la frente con el pulgar y se llevó una mano al pecho, indicándose a sí mismo."Recuérdame".
Sin embargo, hay que ir un poco más allá de lo puramente formal del relato (personajes, trama, descripciones...) y dejar en claro una ligera sensación: quizá la novela esté un poco sobrevalorada. Tardaría en volver a leerla y no porque no me haya gustado sino por su pesadez latente, además de su número de páginas, a todas luces, excesiva. Wroblewski no dudemos que sabe llegar al lector, lo mismo le arranca una sonrisa gracias a las travesuras de sus protagonistas caninos, que una lágrima, más de una en todo el relato. Pero lo que se palpa, se siente y se nota es que la narración es lenta. Las primeras páginas son entretenidas, no obstante el paso de las hojas nos deja con un "aquí no ha pasado gran cosa". El comienzo es denso, espeso, no cuaja demasiado por lo que cuesta engancharse a la lectura. La primera mitad parece demasiado emocionante para el enganche, la otra mitad, emocionalmente cargada. Pero al pan pan y al vino vino: algunos pasajes son deliciosos y pasan volando, la pluma fluye y quedan en el recuerdo. Son especialmente para guardar "Bajo la lluvia" (página 244) y "Almondine" (página 475). Ambos son un poco la esencia de Edgar Sawtelle y su tropa canina.
Portada en francés |
Sin lugar a dudas, los amantes de los perros disfrutarán con esta descriptiva y emotiva obra. Eso sí, no es lectura apta para impacientes. Si debeís culpar a alguien, pedidle explicaciones al señor King o a la todopoderosa Oprah. Yo no respondo, como Almondine: calladita aunque no impasible.
En resumidas cuentas:
Puntuación: 7/10 (Notable)
Bibliofiliómetro:
3 bibliofilias:
Pues la verdad es que no sé qué hacer con este libro. Lo tengo en la estantería, me lo regalaron, pero no me apetece nada leer un libro lento y de 600 páginas, sino que ahora estoy con libros más amenos. Gracias por la reseña. Besos.
Te entiendo perfectamente. Es precioso, pero exaspera.
La lectura, según qué libro, hay veces que te la pide el cuerpo. Lo mismo ahora te apetece algo ameno, mañana quién sabe. Deja que el momento de leer esta novela llegue. Y si eres de los que terminan algo que empieza, contra todo pronóstico llegarás a la última página, tengas 600 o 1000.
Así me lo tomé yo al darme cuenta de que iba a ser muy lento.
Besos //
Uff este libro hace tiempo que lo quiero leer pero no acabo de animarme..
Besos^`