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Por diversos motivos, el blog ha quedado inactivo. Acumulo lecturas y reseñas muy atrasadas, no obstante espero retomar la actividad bloggera con ganas e ilusión, y quizá, nuevas ideas. ¡Nos vemos! xD

Artículo #18: Érase una vez... los hermanos Grimm

20/12/2012

2 siglos generando sueños


Podrá parecer precipitado empezar un artículo con un "Érase una vez los hermanos Grimm" pero ¿qué niño no ha crecido y soñado con sus mágicos cuentos? La ocasión bien lo merecía. Tal día como hoy, el 20 de Diciembre de 1812, el mismo año que vio la luz La Pepa, Jacob y Wilhelm Grimm, dos hermanos alemanes y consagrados lingüístas y filólogos de la lengua germana (otro grande como J.R.R. Tolkien lo fue de la inglesa, por ejemplo, si seguimos en la misma estela de aunar literatura y filología) editaron y publicaron el primer tomo de los llamados Cuentos para la infancia y el hogar, hoy conocidos como Cuentos de los hermanos Grimm, una selección de crudos relatos, en su versión original, recopilados de la tradición oral alemana. Traducidos a más de 100 lenguas y con lecciones de vida para niños, están considerados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Estos cuentos obviamente no son lo que son hoy día gracias a por ejemplo las edulcoradas versiones que nos ha regalado Walt Disney ya que los Grimm no pensaban inicialmente en los niños como lectores potenciales de sus escritos. Sus relatos, mayormente con enfoque científico, estaban llenos de atrocidades, violencia, sadismo, finales duros y sin ápices de sensibilidad. Esto le valieron duras críticas y rechazos de todo tipo. Fueron muchos los que se les tiraron al cuello, desde figuras religiosas, padres y maestros pasando por los ingleses, que consideraban los escritos de los hermanos como una prueba irrefutable de la maldad de los alemanes. 

Hermanos y escritores
Por ello, frente a estas críticas que los tachaban de extremadamente duros, Jacob y Wilhelm, más el segundo que el primero, no se vieron en otra que modificar más que suavizar sus mágicos cuentos en una 2ª edición publicable siete años después; una necesidad imperante de adaptarlos al público infantil. Y así, por mencionar tan solo un ejemplo, convirtieron a la madre en madrastra en el delicioso cuento (por la casa comestible, claro está) de Hansel y Gretel. No se acomodaba a la imagen maternal de la época que una madre abandonara a sus hijos. No obstante, debemos culpar a los hermanos Grimm de la maldad que tanto se les insufla a las madrastras de hoy, infundada o no.

Con estas historias y muchas más que llegaron a escribir y recopilar (más de un centenar), Jacob y Wilhelm querían ofrecer una lección de vida y representar la cultura medieval en todo su esplendor de estrictos prejuicios. 200 años después es hora de iniciar un viaje a la verdad de toda la verdad: que no siempre sus cuentos tuvieron finales felices sino que impregnaban una cara oscura alejada de toda ilusión. Son chocantes y crueles, pero simplemente por eso merece la pena releerlos.

>> Es duro tener que retar a la memoria colectiva, pero así fueron originalmente y así los cuento ahora. ¿Qué le pasó a la desdichada y pobre Cenicienta? Posiblemente los Grimm ni le dieran su merecido final feliz de vivir eternamente y comiendo perdices con el Príncipe en su flamante castillo, tal y como todos tenemos grabado en nuestro subconsciente. Pero sus feas hermanastras pasaron por un calvario de castigo: unas voraces palomas les arrancaron un ojo a cada una. La envidia sigue siendo muy mala en todo caso. 

>> Seguimos con Cenicienta. Su ansiado zapatito seguía tan diminuto como lo es hoy, tanto que una de las hermanastras fue hasta capaz de cortarse un dedo y la otra parte de su talón para que pudieran calzárselo. Sanguinario y atroz se mire por donde se mire. Curiosamente el zapatito no era tan delicado porque ni de lejos estaba hecho de cristal (fue invento del francés Charles Perrault). Tendría otras propiedades pero un arma peligrosísima desde luego a todas luces lo fue.

Hansel & Gretel
>> Los besos es algo que ¿siempre? es señal de felicidad entre las princesas y sus amados príncipes. Unos (los besos, entiéndase) te despiertan de un sueño eterno y, otros, te liberan de un hechizo brujeril. La bella Blancanieves ni mucho menos fue liberada gracias a un beso del príncipe del mordisco envenenado de la manzana que le da su madrastra. Éste, en un tropezón con su ataúd, la "despierta", y en ello Blancanieves "escupe" el trocito de la fruta. No recibió un beso al igual que el sapo, que también se quedó con las ganas. Por los pelos, aunque no tenía ninguno, el pequeño animalito casi permaneció para los restos en estado rana. La princesa, lejos de darle un ósculo, le propinó a tiempo un empujón bien dado contra la pared al verlo dentro de su cama, lo que sacó al anuro de su hechizo. Un susto primero y luego el flechazo post-golpetazo, con un chichón en la cabeza. Habría que imaginarse a un atractivo príncipe con semejante contusión y aturdido por el impacto y a una princesa cayéndosele la baba ante tan atractivo consorte quien, no olvidemos, creíamos que le había salido rana. Eso sí, el sapo era de todo menos tonto: ya quería lo que quería con la princesa.

>> Y si dejamos a un lado las princesas y los príncipes encantados, llegamos a un frondoso bosque de la mano de Caperucita Roja, camino a casa de su abuelita para llevarle su deliciosa merienda. El lobo seguía acechándola en tiempos de los Grimm y se zampó a la pobre anciana, pero ¿dónde estaba el cazador? En un principio ausente, pero luego hizo acto de presencia salvando a la niña de un gran apuro y a la ancianita, que fue a parar a la enorme panza del lobo feroz. Quizá este cuento es el que más recala muy hondo en los niños del siglo XXI cuyos padres no dejan nunca de prevenirles del peligro de hablar con extraños y de abrir la puerta de casa a desconocidos. Los peques del XIX, de la Alemania romántica en la que vivieron los hermanos escritores, ya estaban también prevenidos de la infestante pedofília de nuestros tiempos.

El lobo y Caperucita
Y así podría seguirse, hasta el infinito y más allá, como dijera el guardián del espacio Buzz Lightyear, aunque este personaje, muy conocido y querido por los peques de hoy, no saliera de la pluma de los Grimm. Leer un cuento de los hermanos alemanes no es solo un viaje a la infancia con historias descafeinadas que nos contaban antes de irnos a dormir. Son relatos populares que abren la imaginación de quien los lee, en parte por su falta de contexto, y por su realismo mágico. Tienen la particularidad de que podemos volver a contarlos de memoria y transformarlos a nuestro antojo. Así lo hicieron los Grimm, dándoles la forma necesaria para transmitirlos en la tradición popular, transpasando las fronteras del tiempo. Lo consiguieron con creces. De no haber sido por ellos, Hansel y Gretel, Caperucita Roja Blancanieves y los 7 Enanitos, La Bella Durmiente o El Gato con Botas no habrían sobrevivido al paso del tiempo.

Por tal motivo es digno de alabanza su labor ya que ellos mismos "se sentían por encima de todo filólogos, coleccionistas, transmisores y conservadores de un tesoro popular". Aunque sus finales no son para comer perdices, sus príncipes y princesas, pobres y ricos, niños, animales, campesinos, mozos y enanitos sí vivieron felices por siempre en nuestras mentes.

>> Listado de algunos cuentos de los hermanos Grimm en {El Rincón Castellano}

Fuente consultada: La Voz de Galicia.
Imágenes de los cuentos: cortesía de Taschen.
Imagen de los Grimm: Wikipedia.



Con este artículo queda más que manifiesta la importancia de la filología, que hay quien se atreve a cuestionarla hoy día (¿realmente sirve para algo?). Los cuentos de los hermanos Grimm tienen una gran importancia filológica y didáctica. Cuando alguien oye hablar de estos hermanos ipso facto piensa en Blancanieves o Cenicienta, en parte versionadas por la factoría Disney. Pero el trabajo filológico que hay detrás de cada historia es tal que 200 años después cada relato sigue sin perder ni un solo ápice de vigencia, constituyendo "una fuente de conocimiento brutal en todos los ámbitos de la vida". Por ello y más, viva la filología... y gracias señores Grimm por creer en ella.

7 bibliofilias:

Melodías por escrito escribió: [Responder]

Vaya entrada más interesante, Silvia. Nos ha gustado mucho leerla :D Te mandamos un abrazo muy fuerte de parte de los tres! Y Feliz Navidad! :) :)

Nahua y Manu escribió: [Responder]

Me ha encantado esta entrada. Quien no ha crecido escuchando y leyendo los cuentos de los hermanos Grimm. Un beso ^.^

ѕιℓνια fιℓóℓogα ➳ escribió: [Responder]

Igualmente, feliz navidad para los 3!! ;)

Carlos escribió: [Responder]

¡Pedazo de artículo! Había oído hablar del bicentenario de la publicación de los cuentos de los hermanos Grim, pero, la verdad, no le había prestado mucha atención ni mucho tiempo a este hecho sencillamente porque nunca me gustaron sus cuentos.

No me gustaba El gato con botas, ni Caperucita Roja, ni Hansel y Gretel... yo era más de Andersen (ahí tenemos La sirenita, Pulgarcito, el de las habichelas... cuentos que yo encontraba más entretenidos y que me encandilaban más, quizás por transportarte a lugares mágicos, a los que hoy en día me encanta seguir viajando, en contraposición con el realismo de los hermanos Grim).

Pero, oye, he de reconocer que estos dos hermanos hicieron una importantísima labor y marcaron un paso en la carrera de la Filología, que, como tú también dices, sirve para mucho. Estoy ya un poco harto de este desprestigio de las humanidades, parece que si no eres ingeniero, químico o médico no tienes ni medio seso y vas a tener que vivir debajo de un puente. ¡Larga vida a las Humanidades!

ѕιℓνια fιℓóℓogα ➳ escribió: [Responder]

Ay Carlos. Este artículo tendrías que haberlo escrito tú. Hay una labor de investigación y contextualización detrás, y como buen periodista que serás, te viene como anillo al dedo. Aunque no alardeo: bendito Google que hoy encontramos y verificamos cualquier dato :)

Y hablando de investigar, tendrías que googlear la vida y obra de estos 2 señores, al igual que la de Tolkien, que lo menciono al principio del artículo. Es F-A-S-C-I-N-A-N-T-E. No solo han aportado muy y mucho al campo de la filología (alemana e inglesa, respectivamente), sino diría que hasta a la vida misma.

Los cuentos de los Grimm son inmortales, muchos niños han crecido con ellos (200 años dan para muchos peques). Y Hans Christian Andersen es otro gran cuentista infantil. Yo no sabría decirte, de pequeña lo mismo leía alguna historia de los Grimm que de Andersen. Todo lo que fuera cuento... Pero debo darte la razón: en Andersen quizá hay más magia.

Y claro, larga vida a las Humanidades, la Filología, la Literatura y todo aquello que contenga más letras que números xD. Su desprestigio, al menos en España, está absurda e injustamente infundado.

Salu2 //

Unknown escribió: [Responder]

Realmente interesante. Por cierto, ¿es posible encontrar las primeras versiones de estos cuentos (traducidas, aunque sea al inglés)?

ѕιℓνια fιℓóℓogα ➳ escribió: [Responder]

En teoría uno debería encontrar los cuentos en casi cualquier idioma dada su universalidad. En inglés pude encontrar esto:

** Grimms' Fairy Tales

No son las primeras versiones, pero... En lo personal, en la lengua de Shakespeare suenan de fábula.

Salu2 //


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